En la columna pasada intentamos hacer una reflexión sobre la vida; si es posible crearla y qué repercusiones tiene este tema. Y justamente esta semana salió la noticia de la clonación en China de dos monos, la que dio la vuelta al mundo y despertó numerosos interrogantes:

«Un equipo de científicos chinos ha logrado clonar por primera vez a dos primates genéticamente idénticos con el mismo método que se usó para crear a la oveja Dolly en 1996, según un estudio publicado hoy en la revista especializada Cell. Estos primates, dos macacos de cola larga, fueron creados mediante una transferencia nuclear de células somáticas, es decir, a partir de células del tejido de un primate macaco adulto, en un procedimiento llevado a cabo en el Instituto de Neurociencia de la Academia China de Ciencias en Shanghái (China). Así, hace ocho semanas una macaco hembra dio a luz a un clon, creado a partir de células de tejido, la misma técnica con la que se creó a la famosa oveja Dolly. Diez días más tarde nació un segundo mono, idéntico al primero, en el mismo centro. Los dos clones, llamados Zhong Zhong y Hua Hua, están vivos y sanos, aseguraron este martes en una conferencia telefónica los investigadores chinos. “La principal razón para clonar a estos primates es porque son muy cercanos a los humanos evolutivamente y pueden ayudar en tareas de investigación de enfermedades cerebrales, cáncer o trastornos metabólicos”, explicó el neurobiólogo Mu-ming Poo, del equipo científico de clonación» (1).

Las opiniones se han dividido en dos: Quienes alaban el proceso como un logro de la ciencia, y quienes ven el suceso como una amenaza para la humanidad. Los primeros señalan que la clonación podría ser una solución para detener la desaparición de especies en riesgo de extinción, mientras que los segundos se basan, sobre todo, en la crueldad que implica el proceso.

Si bien no es la primera vez que se realiza una clonación de estas características, ha generado gran conmoción por tratarse por primera vez de primates, lo que de alguna manera crea una especie de amenaza de que algo parecido pueda intentar repetirse pero con seres humanos.

Es importante repetir una afirmación que hoy en día es poco entendida: no todo lo posible está bien; no todo lo técnicamente factible es éticamente correcto. ¿Cuál es la finalidad que se persigue con estos procesos? Según los investigadores, es poder crear nuevas líneas de investigación que redunden en beneficio de las personas. Pero hay que recordar que los animales poseen en sí una dignidad y deben ser tratados con respeto, sin crueldad innecesaria pero sin darles una importancia excesiva o desmesurada.

Como siempre, se trata de un asunto de criterio: ¿Qué beneficia al ser humano? ¿Qué procedimiento es más ético, más humano? Estas preguntas no son de fácil respuesta, pero irán siendo cada vez más acuciantes en la medida que sigamos progresando en avances científicos y técnicos.

 

(1) Ver https://goo.gl/UuGqx9

 

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