¡Anoche soñé con el Papa!

Soñé que a un amigo le llegaba una carta y lo invitaban a ir a un encuentro con el Papa Francisco. Yo miraba eso…¡Qué envidia! No sé cómo, pero yo lograba meterme también en esa reunión y terminaba al lado del Papa. En medio de la conversación que fue muy simpática, muy fraterna, yo soñé que me empezó a dar pena. No sé, me acordaba de cosas y el Papa me confortaba, como un papá, pero rápidamente él me animaba a no llorar, a levantarme. “¡Animo!”, me decía y ahí desperté.

Lo raro fue que días después, salió esta noticia de que el Papa había puesto este cartel en la puerta de su departamento que decía: “¡Prohibido lamentarse!”. La foto se volvió viral y me hizo pensar por qué y obviamente me acorde de mi sueño y dije: ¿alguien me querra decir algo? Me imagine cuántas personas acudirán al Papa a esa puerta, a ese lugar, a pedirle consejo, a lamentarse también, a buscar consuelo, con tantas preocupaciones y catástrofes que ocurren en el mundo. Al margen de esta foto, es cierto que el Papa Francisco en varias alocuciones habla sobre las quejas y las lamentaciones y sobre eso, quisiera compartirte tres ideas importantes.

Lo primero, cuando llegan las dificultades, llegan también las tentaciones. Lamentarse todo el tiempo ¿Por qué esto me pasa a mí? Un cristiano que se lamenta todo el tiempo, no puede ser un buen cristiano. Es el Señor o la Señora de las Quejas. Es el silencio en la paciencia”, el silencio de soportar. Pero ¡ojo!, no es un silencio triste. La situación puede ser dolorosa, muy dolorosa, pero no triste. El corazón está en paz.

Segunda idea, ¡tranquilo! Quejarse ante Dios no está mal, es humano, es una forma de oración. Él quiere oírnos, quiere escucharnos. Recuerda a Job, a Jeremías, cuando se lamentaban. El mismo Jesús pasó por esto, desde el Monte de los Olivos, hasta la Cruz. Si te fijas Jesús en la Pasión no dijo mucho, solo dos o tres palabras necesarias. Te acuerdas cuando decía: “Padre, ¿por qué me has abandonado”. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre así.

Tres, ¡fuerza, ánimo! ¡No te dejes vencer por el desánimo! Recuerda que nuestra alegría nace no de tener tantas cosas, sino de haber encontrado esa persona que es Jesús. Saber que con Él nunca estamos solos, pese a todos los obstáculos que nos podamos encontrar en el camino y que, a veces, pueden parecer insuperables.

Recuerda que Jesús no sólo murió en la Cruz, sino que resucitó y en eso recae nuestra esperanza. Él murió por amor a nosotros y así nuestra vida tiene también momentos de muerte, pero también momentos de vida, de resurrección.

 

¡No pierdas esa esperanza!             

 

© 2017 – Carolina Requena para el Centro de Estudios Católicos – CEC

Carolina Requena Durán

Carolina es periodista y se ha especializado sirviendo en diversas instituciones de Iglesia como la Conferencia Episcopal de Chile, Radio María y ACI Prensa.

Además fue corresponsal para Latinoamérica del canal EWTN donde estuvo a cargo de las coberturas en vivo de visitas papales.

Actualmente es Directora Editorial y de Contenidos del CEC (Centro de Estudios Católicos) y además es Directora y guionista de la serie de documentales www.tesorosdelpueblo.com

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