Desde el año 2004, por iniciativa del Papa Juan Pablo II, el Pontificio Consejo para los Laicos cuenta con una sección dedicada al deporte, llamada “Iglesia y deporte”, con la finalidad de intentar hacer sentir la preocupación de la Santa Sede en un sector tan neurálgico de la cultura contemporánea y con objetivos muy específicos, como ser en la Iglesia punto de referencia para las organizaciones deportivas, sensibilizar a las Iglesias locales de la importancia del trabajo pastoral en los ambientes deportivos, favorecer una cultura del deporte como medio de crecimiento integral de la persona, promover el estudio de temáticas específicas relativas al deporte, y organizar iniciativas que susciten testimonios de vida cristiana entre los deportistas.

Hace muy poco, el pasado 14 de junio del 2012, el Pontificio Consejo para la Cultura a través del Cardenal Gianfranco Ravasi, inauguró un nuevo departamento en el dicasterio denominado “deporte y cultura”. Ciertamente la sección “Iglesia y deporte” y el departamento “deporte y cultura” trabajarán en coordinación de esfuerzos e iniciativas ya que comparten una misma finalidad de fondo que es la evangelización del mundo del deporte, pero me parece muy importante poner de relieve el hecho de que la realidad del deporte sea considerada por la Iglesia como un ámbito cultural tan relevante en la sociedad actual a punto de poder contar con un sector del dicasterio dedicado al dialogo cultural con él.

La razón de lo anterior es muy clara: el deporte se ha convertido en nuestros días en un nuevo areópago, pues se transformó en un lugar de encuentro de la sociedad como un todo, ganando un cada vez mayor protagonismo cultural. Es notorio como políticos, artistas, empresarios y hasta miembros de la realeza se hacen presentes en los grandes eventos deportivos. También llama la atención cómo algunos deportistas o personas vinculadas al deporte de alto rendimiento se han convertido en referentes para muchas personas y en líderes de opinión. Hay cursos de liderazgo fundamentados en principios deportivos, existe la psicología del deporte, existen técnicas educativas en valores a través del deporte y muchas otras iniciativas que dejan de manifiesto la importancia cultural del deporte.

Es muy necesario entonces que la Iglesia tenga un diálogo cada vez más estrecho con el mundo del deporte y claramente ahí radica el fundamento de la creación del departamento “deporte y cultura”. La Iglesia tiene mucho que aportar al mundo deportivo, sobre todo ayudando a que el deporte despliegue todo su potencial positivo y sea así decisivo en la construcción de una cultura mucho más humana. La intención manifiesta del Cardenal Ravasi es la de escuchar el mundo del deporte, entenderlo desde adentro, para poder entablar un diálogo fecundo e incluso llevar a la Iglesia el eco de las grandes aspiraciones culturales de este mundo.

Ciertamente será necesario que el deporte se cuestione acerca de algunos rumbos que ha tomado y se purifique de algunas prácticas que vienen perjudicando sus tan nobles fines, pero más que condenar, se trata de ayudar al deporte a convertirse en una realidad cada vez más humana, canalizando su potencial cultural para el bien de toda la sociedad. De hecho, el mismo lema olímpico escogido por el Barón Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos de la era moderna ya evocaba un principio cristiano de superación: Citius, Altius, Fortius (más rápido, más alto, más fuerte), lo que ya dejaba entrever claramente la relación entre la Iglesia, el deporte y la cultura.

© 2012 – Alexandre Borges para el Centro de Estudios Católicos - CEC
 
 

Alexandre Borges de Magalhães

Alexandre nació en 1972 en Brasil. Es Bachiller en Teología y Licenciado en Pedagogía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. En la actualidad es el Coordinador General del Movimiento de Vida Cristiana MVC. Reside en Lima (Perú).

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