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El Santo Padre celebró el pasado 4 de octubre en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, un encuentro con casi siete mil atletas minusválidos del Comité Italiano Paraolímpico.

Ante todo, el Papa agradeció a los queridos atletas su presencia, destacando que fue numerosa y festiva. Y tras saludar y agradecer las palabras que le dirigió previamente el Presidente del Comité Italiano Paraolímpico, Francisco destacó que han venido de tantas partes del mundo trayendo consigo su propia experiencia de deportistas y, ante todo, de hombre y de mujer, con sus conquistas, metas alcanzadas con tanta fatiga, y también con las tantas dificultades que han afrontado.

[pullquote]Pero cada uno de ustedes, añadió el Santo Padre, es testigo de cuán importante es vivir estas alegrías y estas fatigas en el encuentro con los demás, poder compartir su propia “carrera”, encontrar a un grupo de amigos que te dan una mano y donde tú das una mano a los demás. Y así – exclamó el Papa – ¡cada uno logra dar lo mejor de sí![/pullquote]

El Papa Bergoglio aprovechó este encuentro para destacar que el deporte promueve contactos y relaciones con personas procedentes de culturas y ambientes diversos, donde uno se acostumbra a vivir acogiendo las diferencias, haciendo de ellas una ocasión preciosa de enriquecimiento y descubrimiento recíproco.

El Pontífice destacó que el deporte se convierte en una ocasión preciosa para reconocerse como hermanos y hermanas en camino, para favorecer la cultura de la inclusión y rechazar la cultura del descarte. Y también afirmó que todo esto resalta mayormente en su experiencia, porque la minusvalía que experimentan en algún aspecto de su físico, mediante la práctica deportiva y el sano espíritu deportivo se transforma en un mensaje de aliciente para todos aquellos que viven situaciones análogas a las suyas, y se convierte en una invitación a empeñar todas las energías para hacer cosas bellas juntos, superando las barreras que podemos encontrar en torno a nosotros y, ante todo, de las que están dentro de nosotros.

El Papa les dijo además a estos queridos atletas que su testimonio es un gran signo de esperanza. Es una prueba de las potencialidades que existen en cada persona y que a veces no las imaginamos, y que pueden desarrollarse con la confianza y la solidaridad. “¡Dios Padre – dijo Francisco– es el primero que sabe esto! Él nos conoce mejor que cualquier otro, y nos mira con confianza, nos ama como somos, pero nos hace crecer según lo que podemos llegar a ser. De este modo – añadió – en su esfuerzo por un deporte sin barreras, por un mundo sin excluidos, ¡jamás están solos! ¡Dios, nuestro Padre, está con ustedes!”

Francisco concluyó manifestando su deseo de que el deporte sea para todos ellos una palestra en la que se entrenen cotidianamente en el respeto de sí mismos y de los demás, una palestra que les dé la ocasión de conocer personas y ambientes nuevos y que los ayude a sentirse parte activa de la sociedad. El Papa se despidió agradeciéndoles este encuentro, antes de impartirles su bendición apostólica, y pidiéndoles, por favor, que recen por él.

María Fernanda Bernasconi - RV.
Blog “Escuchando a Pedro” - Centro de Estudios Católicos CEC - http://cecglob.com

 

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