¿Celos entre hermanos?

Así, medio lamentándose, me has dicho: “¡Ay Ricarte!, no sabes los celos que hay entre mis hijos, ¿cómo hago con los celos entre hermanos?”

Y aquí, hay que comprender algo. En esta competencia por el cetro, esta competencia por el lugar especial, tiene un origen, efectivamente, en la propuesta que hacemos, también,los padres frente a nuestros hijos.

¿Y cuál es el cetro? ¿Cuál es el triunfo? ¿Cuál es el premio? ¿El trofeo? En verdad, es nuestro corazón, es nuestro reconocimiento particular.

Aquí, alguien una vez me dijo: “no se trata, fundamentalmente, de partir nuestro corazón, ese pequeñito que tenemos, entre el número de hijos que tengamos. Resulta que cuantos más hijos, terminarías teniéndole un pedacito cada vez más chiquito. Se trata de hacer el esfuerzo, posible y total, de que tu corazón crezca con cada hijo”.

Hijo, desde que has nacido, tu hermano no vino a quitarte parte de tu porción de amor, ni de mi corazón. Lo que ha hecho, como cada uno de ustedes, es hacer crecer mi corazón y esto se va viendo en el día a día.

Errores comunes, es tratar a todos por igual, no todos somos iguales, cada hijo, cada uno, trae una circunstancia peculiar y diferente. El arte de ser padre pasa por el camino de poder distinguir esa peculiaridad, que los distingue a cada uno. Cuando queremos que todos sean iguales, cuando queremos tratar a todos por igual, implica que todos van hacia lo mismo y ahí, comenzamos a gestar, justamente, esos celos.

No, yo reconozco en la diferencia, entre cada uno de ustedes, hijos míos, su riqueza. El que cada uno se sienta amado, peculiarmente, es lo que hace la gran diferencia.

© 2017 – Ricarte Cortez Garcia para el Centro de Estudios Católicos – CEC