Efectos de la confesión

La Confesión es un regalo de Dios que trae consigo muchos otros regalos a nuestra alma. Son los efectos, que como todo sacramento, esta trae consigo.

El efecto principal de este sacramento es la reconciliación con Dios. Este volver a la amistad con Él es como una “resurrección espiritual”, por la que alcanzamos nuevamente la dignidad de Hijos de Dios.

Los efectos espirituales de la Confesión son:

  • La reconciliación con Dios por la que recuperamos la Gracia, que es la fuerza de Dios
  • La reconciliación con la Iglesia, nuestra madre. Ya que por el pecado se rompe nuestra unión como cuerpo de Cristo.
  • El perdón de la condena a la que nos haríamos merecedores por nuestros pecados mortales
  • La disminución, al menos en parte, del tiempo que deberíamos estar en el Purgatorio por nuestros pecados veniales
  • La paz y la tranquilidad de nuestra conciencia, y el consuelo espiritual
  • El aumento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano.

Sin duda son grandes regalos que nos ayudarán a vivir mejor y en amistad con Dios.

En el Catecismo

1468 “Toda la fuerza de la Penitencia consiste en que nos restituye a la gracia de Dios y nos une con Él con profunda amistad”. El fin y el efecto de este sacramento son, pues, la reconciliación con Dios. En los que reciben el sacramento de la Penitencia con un corazón contrito y con una disposición religiosa, “tiene como resultado la paz y la tranquilidad de la conciencia, a las que acompaña un profundo consuelo espiritual. En efecto, el sacramento de la reconciliación con Dios produce una verdadera “resurrección espiritual”, una restitución de la dignidad y de los bienes de la vida de los hijos de Dios, el más precioso de los cuales es la amistad de Dios.

1469 Este sacramento reconcilia con la Iglesia al penitente. El pecado menoscaba o rompe la comunión fraterna. El sacramento de la Penitencia la repara o la restaura. En este sentido, no cura solamente al que se reintegra en la comunión eclesial, tiene también un efecto vivificante sobre la vida de la Iglesia que ha sufrido por el pecado de uno de sus miembros. Restablecido o afirmado en la comunión de los santos, el pecador es fortalecido por el intercambio de los bienes espirituales entre todos los miembros vivos del Cuerpo de Cristo, estén todavía en situación de peregrinos o que se hallen ya en la patria celestial.

«Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo más íntimo de su propio ser, en el que recupera la propia verdad interior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él de algún modo; se reconcilia con la Iglesia, se reconcilia con toda la creación».

1470 En este sacramento, el pecador, confiándose al juicio misericordioso de Dios, anticipa en cierta manera el juicio al que será sometido al fin de esta vida terrena. Porque es ahora, en esta vida, cuando nos es ofrecida la elección entre la vida y la muerte, y sólo por el camino de la conversión podemos entrar en el Reino del que el pecado grave nos aparta. Convirtiéndose a Cristo por la penitencia y la fe, el pecador pasa de la muerte a la vida “y no incurre en juicio”

Citas de la Sagrada Escritura

Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado (Lc 15,32)

Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios. Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia. Frente a estas cosas, la Ley está demás, porque los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus malos deseos. Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por él. (Ga 5,19-25)

Frases del Papa Francisco acerca de los efectos de la confesión

La conclusión del relato evangélico está cargado de significado: Bartimeo «recobró la vista al momento y lo seguía por el camino». También nosotros, cuando nos acercamos a Jesús, vemos de nuevo la luz para mirar el futuro con confianza, recuperamos la fuerza y el valor para ponernos en camino. En efecto «quien cree ve y sigue adelante con esperanza, porque sabe que el Señor está presente, sostiene y guía. Sigámoslo, como discípulos fieles, para hacer partícipes a cuantos encontramos en nuestro camino de la alegría de su amor.

Cada absolución es, en cierto modo, un jubileo del corazón que alegra al fiel y a la Iglesia pero sobre todo al mismo Dios.

Pongamos en el centro con convicción – pero no sólo en este año jubilar – el Sacramento de la Reconciliación, verdadero espacio del Espíritu en el que todos, confesores y penitentes, pueden experimentar el único amor definitivo y fiel, el de Dios para cada uno de sus hijos, un amor que jamás decepciona.

Todo fiel arrepentido, después de la absolución del sacerdote, tiene la certeza, por la fe, de que sus pecados ya no existen. ¡Ya no existen! Dios es omnipotente. Me gusta pensar que tiene una debilidad: una mala memoria. Una vez que te perdona, se olvida. ¡Y esto es algo grande! Los pecados ya no existen, han sido borrados por la divina misericordia

Frases de Benedicto XVI acerca de los efectos de la confesión

En la Confesión el pecador arrepentido, por la acción gratuita de la misericordia divina, es justificado, perdonado y santificado; abandona el hombre viejo para revestirse del hombre nuevo.

En el fondo, confesar significa asistir a tantas «professiones fidei» cuantos son los penitentes, y contemplar la acción de Dios misericordioso en la historia, palpar los efectos salvadores de la cruz y de la resurrección de Cristo, en todo tiempo y para todo hombre.

La acogida de la penitencia y la escucha de las palabras «Yo te absuelvo de tus pecados» representan, por último, una verdadera escuela de amor y de esperanza, que guía a la plena confianza en el Dios Amor revelado en Jesucristo, a la responsabilidad y al compromiso de la conversión continua.

Es elocuente el mensaje que transmite este pasaje evangélico: a quien ama mucho Dios le perdona todo. Quien confía en sí mismo y en sus propios méritos está como cegado por su yo y su corazón se endurece en el pecado. En cambio, quien se reconoce débil y pecador se encomienda a Dios y obtiene de él gracia y perdón

Frases de san Juan Pablo II acerca de los efectos de la confesión

Pero nosotros sabemos que Dios «rico en misericordia» a semejanza del padre de la parábola, no cierra el corazón a ninguno de sus hijos. Él los espera, los busca, los encuentra donde el rechazo de la comunión los hace prisioneros del aislamiento y de la división, los llama a reunirse en torno a su mesa en la alegría de la fiesta del perdón y de la reconciliación.

Pero reflexionando sobre la función de este Sacramento, la conciencia de la Iglesia descubre en él, además del carácter de juicio en el sentido indicado, un carácter terapéutico o medicinal. Y esto se relaciona con el hecho de que es frecuente en el Evangelio la presentación de Cristo como médico, mientras su obra redentora es llamada a menudo, desde la antigüedad cristiana, «medicina salutis».

La imposición de la mano y la señal de la cruz, trazada sobre el penitente, manifiestan que en aquel momento el pecador contrito y convertido entra en contacto con el poder y la misericordia de Dios. Es el momento en el que, en respuesta al penitente, la Santísima Trinidad se hace presente para borrar su pecado y devolverle la inocencia, y la fuerza salvífica de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús es comunicada al mismo penitente como «misericordia más fuerte que la culpa y la ofensa».

Hay que subrayar también que el fruto más precioso del perdón obtenido en el Sacramento de la Penitencia consiste en la reconciliación con Dios, la cual tiene lugar en la intimidad del corazón del hijo pródigo, que es cada penitente. Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo más íntimo de su propio ser, en el que recupera la propia verdad interior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él de algún modo; se reconcilia con la Iglesia; se reconcilia con toda la creación. De tal convencimiento, al terminar la celebración —y siguiendo la invitación de la Iglesia— surge en el penitente el sentimiento de agradecimiento a Dios por el don de la misericordia recibida.

Preguntas para profundizar acerca de los efectos de la confesión

¿Por qué cuando me confieso siento que me quitaran una carga muy pesada?

Porque recibes el perdón de Dios. Él mismo sana las heridas que el pecado ha traído a tu corazón y te regala el consuelo espiritual.

¿La confesión tiene otros efectos?

  • Además de reconciliarte con Dios, vuelves a estar en gracia, recibiendo el perdón de todos los pecados veniales y mortales.
  • Te reconcilias con los hermanos a quienes has ofendido.
  • Te reconcilias con la Iglesia, ya que por el pecado se rompe nuestra unión al ser Cuerpo de Cristo.
  • Te renuevas en tus fuerzas y recibes la gracia para el combate espiritual.

¿Por qué la confesión produce una verdadera “resurrección espiritual?

Te unes a la pasión, muerte y resurrección del Señor. Es en Él, por su infinita misericordia, que recuperas tu dignidad como hijo de Dios.

Centro de Estudios Católicos

El Centro de Estudios Católicos CEC nace en 1969 en Lima (Perú), como una iniciativa de un grupo de jóvenes universitarios.

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