Quiero contarles mi experiencia en cuanto a las lecturas eróticas, más conocidas hoy en día como “novelas románticas”. Mi intención evidentemente —en esta página alentamos a vivir la virtud de la castidad— no es publicitar estas novelas para que las lean. Todo lo contrario.
Todo empezó como una simple curiosidad. A los pocos capítulos ya había quedado atrapada en la trama romántica y conforme fue avanzando el relato, la historia empezó a ponerse cada vez más sexual. La descripción tan explícita de lo que iba sucediendo, hacía casi imposible no despertar en mí una fuerte excitación y ganas de tocar mis partes íntimas o tener relaciones con mi novio. Todos tenemos ese impulso sexual —especialmente cuando somos adolescentes— y si le damos rienda suelta en el momento incorrecto, puede terminar siendo muy dañino para nosotras mismas y para los demás, ya seas casada o aún no hayas encontrado a esa persona.
La lectura de este tipo de novelas se empezó a volver una obsesión y con ellos la masturbación también, sin saber de las consecuencias negativas que tarde o temprano traerían. Yo sencillamente buscaba el momento para estar sola con mi libro y no pensar en nada más.
Era muy emocionante y excitante alucinar con ser la protagonista de la historia —las mujeres tenemos una gran capacidad para fantasear e imaginar y por lo mismo meternos en los personajes y la situación—, aunque debo aceptar que a la vez me daba mucha vergüenza que las personas que estaban a mi alrededor lo noten. Hasta ese momento para mí no tenía “nada de malo”, pero con el pasar del tiempo me di cuenta que lo que yo sentía al leer se estaba convirtiendo en una necesidad que no podía controlar.
Hoy puedo decir que entiendo perfectamente lo que sienten los hombres al ver una película, revistas porno y masturbarse: es la misma sensación que se convierte en un tipo de “necesidad” o incluso adicción; cada vez quieres más por el placer que te proporciona, al punto de no conformarte solo con lectura (o película), sino que eso mismo te llevará a leer más, o ver más pornografía por internet, a empezar a buscar y usar juguetes sexuales que te den más placer, etc.
Pero las consecuencias de todo esto surgen cuando te enamoras y te casas. Una de las funciones principales de las relaciones sexuales en el matrimonio es unir a la pareja. Mediante el acto sexual, entregamos a la persona amada lo más profundo e íntimo de nuestro ser. El haber estado expuesta a este tipo de “pornografía literaria” o pornografía en general puede traer mucho sufrimiento, pues las historias que se narran no son verdaderas y comparadas con la realidad llegan a crear una frustración enorme, ya que será muy difícil que lleguen a sentir lo que sentían estando a solas viviendo las fantasías que te presentan este tipo de lecturas. La pornografía es pura fantasía.
Desde mi propia experiencia aprendí que el ejercicio de la masturbación alimenta nuestro egoísmo porque nos centra en nosotros mismos y de esa manera nos incapacita para que, llegado el momento apropiado, podamos hacer del sexo un acto de verdadera entrega y amor.
Lo opuesto al amor no es el odio, es el egoísmo. Si queremos amar y ser amadas de verdad, empecemos por cuidarnos y amarnos a nosotras mismas guardando nuestra pureza y protegiendo nuestra dignidad.
Anónima.
Fuente: La Opción V
Add comment