Para todos sus usuarios Facebook es una herramienta maravillosa: permite contactar a los amigos, saber en qué están, compartir lo que se está haciendo, y muchas cosas más. Pero pocos se detienen a pensar cuáles son las consecuencias de su uso.

Y no estoy hablando aquí de las advertencias que usualmente se hacen sobre el uso de la tecnología, como el riesgo de la dependencia y la adicción o la tentación de compartir más de lo debido. Me refiero a algo mucho más profundo y preocupante.

Chamath Palihapitiya es un antiguo directivo de Facebook, quien trabajó en la empresa entre los años 2005 y 2011. Durante el evento “View from the Top”, Chamat realizó varias reflexiones sobre el impacto de las redes sociales en la sociedad de hoy. Tal vez lo más impactante de su testimonio es su afirmación de que las redes sociales están quebrando la estructura de la sociedad tal como la conocemos. No se trataría de un fenómeno simple o aislado, sino de una especie de “reconfiguración” en la manera en que pensamos, sentimos y actuamos:

«Creo que hemos creado una herramienta que está destrozando el tejido que hace que la sociedad funcione. Las redes sociales crean un bucle de validación por el que las personas reciben una pequeña recompensa cuando alguien le da a me gusta o comenta una publicación, o una foto. Estos bucles de recompensa están destruyendo la sociedad. No hay discrepancia social, ni auténtica cooperación. Solo desinformación y mentiras. Y no se trata de un problema exclusivo de Estados Unidos o de noticias manipuladas por Rusia. Esto es un problema global.

No puedo evitar sentirme terriblemente culpable. Creo que todos los que trabajamos en el proyecto nos sentimos así, aunque lo negáramos o nos dijéramos que era por una buena causa.

Eso nos ha llevado a la situación actual. En mi opinión, (Facebook) está erosionando los mismos cimientos de las relaciones entre personas, y no hay una solución buena. Mi único consejo es que no uses esa herramienta nunca. Yo no lo hago desde hace años».

Esto crea mucho campo para la reflexión. ¿Qué consecuencias están teniendo las redes sociales en la configuración de nuestra cultura actual y de nuestro futuro como sociedad? Repito, no se trata de advertencias vagas y genéricas; es un riesgo real, de una verdadera transformación (para mal) de nuestra capacidad de relacionarnos con la realidad y con los demás, e incluso conmigo mismo. El mecanismo publicación-recompensa-validación es único en la historia, y va creando personas con motivaciones antropológicamente desequilibradas. La despersonalización, la deshumanización, la alienación son facetas de este fenómeno que cada vez es más preocupante.

De nuevo surge la pregunta: ¿Cuál es la solución? ¿Acabar con las redes sociales? No creo que vaya por ahí. Pero hay cosas que se pueden hacer para disminuir el riesgo. Lo primero y en mi opinión lo más importante, es la edad a la que se ingresa a las redes. Los niños no deberían estar en las redes y en general usar lo tecnológico de manera muy mediada y supervisada por los padres. No porque la mayoría de los padres dan un smartphone a sus hijos cuando tienen 5 ó 6 años significa que sea algo bueno. Recordemos que varios de los “gurús” de la tecnología les prohíben a sus hijos tecnologías que ellos mismos han creado o ayudado a iniciar. Esto no es coincidencia; ellos saben los riesgos implícitos. Y por último, como siempre, recordar que existe vida por fuera de las redes sociales: privilegiar los encuentros personales, la relación con uno mismo, con los demás y con la misma naturaleza, son vías de crecimiento que nos ayudarán a no caer en la trampa que nos proponen las redes sociales.

Carlos Díaz Galvis

Carlos es el Director Editorial del Centro de Estudios Católicos CEC. En la actualidad reside en Medellín (Colombia).

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