¿Has ido alguna vez a una fiesta religiosa? ¿Te has preguntado qué tipo de personas van, a estos lugares, a estos santuarios ? ¿Son personas muy buenas, que han encontrado a Dios y por lo tanto, han cambiado de vida y nunca se equivocan y hacen todo bien y ayudan al prójimo? Puede ser, algunos, pero no necesariamente todos.
En realidad si sumamos todas las fiestas religiosas de un país son millones y en esto fácilmente podríamos quedarnos en las cifras, ver las multitudes, ahora con las tomas de los drones se pueden ver desde arriba, desde lo alto y ver realmente que es una masa de gente.
Pero después de haber recorrido diez fiestas religiosas en Chile, como documentalista, te puedo dar testimonio de que está expresión de fe, no es solamente de multitudes, más bien es una fe de uno a uno y hay que aprender a descubrir a esa persona que tiene un tesoro que compartir, es una fe encarnada en cada una de las personas que van a estas fiestas religiosas.
Cuando estuve en la fiesta de san Lorenzo de Tarapacá, al norte de Chile, pude ser testigo de ello. Un día yo estaba ya después de haber grabado varias horas, quedé al lado de la imagen de san Lorenzo y ahí llegaban peregrinos todo el tiempo, sin parar.
Y de pronto vi un hombre que estaba tratando de sacar una foto a un costado de la imagen, pero con dificultad. Yo estaba más cerca, entonces le ofrecí: “¿Quiere que yo saqué la fotografía?” “¡Claro!”, me dijo, “estoy haciendo un video, ¿puede grabarlo por mí?”, “Sí, ni un problema” y entonces yo agarre el celular y grabé la imagen de san Lorenzo. “¿Está bien ahí?”, le dije, y él me dice: “Sí pero ahora grábeme a mí”. Entonces giré el celular hacia donde estaba él y este hombre le empieza a hablar a la cámara y dice: “¡Mi amor! ¡Hola!, ¿cómo estas? Llegué al Santuario, aquí está la imagen, cumplimos con san Lorenzo! ¡Bien! ¡Te mando un abrazo, un beso chao, chao!. Y ahí me pide que yo corte la grabación.
Me puse a conversar con este hombre para saber su historia y ahí me cuenta que su señora le había prometido a san Lorenzo que iba a ir siempre, todos los años para el día de su fiesta al Santuario y este año no pudo ir y me digo por qué. Ella estaba enferma con cáncer, con un cáncer muy avanzado, que ya la metástasis había llegado a los huesos y la tenía postrada en una cama y su marido dijo: “No te preocupes mi amor, yo voy a ir por los dos hasta el Santuario de san Lorenzo”. Y él llegó hasta allá con mucho esfuerzo, también económico, de tiempo, en fin y llegó hasta ese lugar con la misión cumplida por su amor, por su esposa, por su amor a Dios.
Y bueno yo le dije: “¡Oiga! ¡Qué hombre más bueno es usted, qué buen esposo, tiene una fe muy grande, !”. Y entonces para mi sorpresa él me dice: “No señorita, usted se equivoca”. “¿Cómo así?”. “Bueno, yo no soy un buen hombre, yo soy alcoholico y yo era agresivo con mi mujer esa misma a la que le estoy cumpliendo esta promesa. Yo me arrepiento mucho de eso y sufro cada día y me arrepiento y le pido perdón, pero, ¿sabe que me ayudó a salir adelante? Mi fe, mi fe en Dios a través de san Lorenzo”. “Cualquier problema que usted tenga”, me dijo, “el Señor la va a ayudar, tenga fe, pídaselo con confianza y ya va a ver”, me dijo muy seguro.
Esas son el tipo de personas con las que yo me he encontrado en tantos santuarios, en tantos lugares de peregrinación, personas que tienen una fe muy grande, a pesar de su sencillez, a pesar quizás de su pobrezas, de sus carencias. Personas que se saben que no son perfectas, se reconocen a sí mismas frágiles, necesitadas del amor de Dios. Personas que en definitiva, han encontrado en la fe, el verdadero tesoro que los ayuda a seguir adelante, que da sentido a sus vidas y que es la fuente de toda su paz y toda su alegría.
Te invito a ti también a ir a uno de estos santuarios, a ir en peregrinación a un lugar. Vive la experiencia de querer encontrarte con ese Cristo vivo, encarnado en tantas personas que acuden a estos lugares.
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