La familia, si funciona, es el núcleo de una buena ecología humana. Muchos dicen que la familia está tan quebrada que ya no hay nada que proteger. Pero suele ser para promover ideologías de género y de libertad sexual opuestas a una dinámica familiar sana. Hablar de familias funcionales es un poco reductivo, pero traduce en términos de salud pública, que todos entienden, las ventajas de que la familia funcione.

La familia tiene que ver con lo esencial y más sublime de la persona humana, su capacidad de amar, de entregarse de modo generoso y abnegado a otros. El compromiso de dedicarse a hacer feliz al cónyuge, en salud o enfermedad, en pobreza o riqueza, para toda la vida; y de juntos recibir a los hijos fruto de ese amor y dedicar la vida a educarlos y formarlos, es lo que expresa la abnegación del amor del modo más claro. Esto se opone radicalmente al modo egocéntrico de ver la familia y los hijos como un derecho que la persona ejerce para tener lo que cree necesitar para lograr “sus metas” y su “auto-realización”.

Este compromiso incondicional para toda la vida es lo que permite la entrega total y mutua de los esposos. Cuanto más fácil y frecuente el divorcio, más razones para no arriesgarme tanto, para no compartir mis bienes, mis intimidades, mis sueños y lo más profundo de mi corazón. Si tomo el compromiso en serio, me preparo mejor y no me dejo llevar sólo por sentimientos.

[pullquote]Ese amor incondicional, para toda la vida, es el ambiente más sano para el crecimiento de los hijos. Es garantía que la familia pueda sobrevivir enfermedades, pobreza, conflictos y amenazas, porque el amor es más fuerte que todo. Eso forja una seguridad grande en los hijos porque perciben en el amor que sus padres les tienen una base sólida para su autoestima. El quererse, apoyarse y buscar el bien mutuo en familia les enseña a ser pacientes; a tolerar y perdonar, a compartir y sacrificarse, a vencer el egoísmo y la frustración porque el amor que se tienen es un bien precioso que lo justifica.[/pullquote]

Una persona educada en la alegría que da el amor y la generosidad, en los valores del respeto y la tolerancia, es alguien capaz de formar su propia familia, pero también de contribuir con esa generosidad y esos valores a la sociedad. Quien se educa en la inseguridad y en buscar satisfacer sus propias opciones antes que pensar en los demás, sólo tendrá miedos y reclamos para aportar a la sociedad.

© 2014 - José Ambrozic V. para el diario El Comercio (Perú). Publicado el 29 de octubre de 2013
 
 

José Ambrozic Velezmoro

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