¿Sabes cómo se llamaba el sacerdote que te bautizó? ¿O el que casó a tus papás? ¿Conoces algo de él? ¿Has rezado por él alguna vez o nos acordamos de ellos sólo cuando los necesitamos?
Los sacerdotes muchas veces han acompañado nuestra vida de manera silente.
Seguramente, si somos católicos, uno casó a nuestros abuelos, a nuestros padres.. uno nos bautizó cuando éramos pequeños, otro nos habrá dado la Primera Comunión, la Confirmación…
Otros habrán estado presente en el funeral de algún ser querido, acompañando a algún enfermo de nuestra familia. En fin, seguramente algún tipo de contacto hemos tenido con estos hombres “vestidos de negro”. Pero, ¿Entendemos bien por qué existen? ¿Cual es su misión aquí?
Un sacerdote es un hombre llamado por Jesús para servir a su pueblo y continuar su misión aquí en la Tierra. Es un ministerio que se realiza como colaboradores del Obispo, que es el sucesor directo de los Apóstoles. Para ello se preparan en el Seminario durante por lo menos seis años y ofrecen su vida en una dedicación total, renunciando a formar una familia y optando por el celibato a fin de imitar a Jesús y servir con un corazón totalmente libre a todos.
El sacramento del Orden se recibe de la misma manera como lo hacían los apóstoles según la Sagrada Escritura, por la imposición de las manos del Obispo.
Los cristianos que se sienten llamados por Dios para ser sus sacerdotes reciben el sacramento del Orden para:
- Hacer presente a Jesucristo mediante la predicación de la Palabra de Dios,
- La celebración de los Sacramentos y
- El cuidado pastoral de la comunidad.
Dios quiere utilizar a hombres como puentes entre él y nosotros, por eso elige a algunos para que lo sigan y sirvan a su pueblo con especial dedicación.
Cuidemos, acompañemos a nuestros sacerdotes y recemos por ellos.
En el Catecismo
1536 El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado.
1537 La palabra Orden designaba, en la antigüedad romana, cuerpos constituidos en sentido civil, sobre todo el cuerpo de los que gobiernan. Ordinatio designa la integración en un ordo. En la Iglesia hay cuerpos constituidos que la Tradición, no sin fundamentos en la sagrada Escritura (cf Hb 5,6; 7,11; Sal 110,4), llama desde los tiempos antiguos con el nombre de taxeis (en griego), de ordines (en latín): así la liturgia habla del ordo episcoporum, del ordo presbyterorum, del ordo diaconorum. También reciben este nombre de ordo otros grupos: los catecúmenos, las vírgenes, los esposos, las viudas…
1538 La integración en uno de estos cuerpos de la Iglesia se hacía por un rito llamado ordinatio, acto religioso y litúrgico que era una consagración, una bendición o un sacramento. Hoy la palabra ordinatio está reservada al acto sacramental que incorpora al orden de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos y que va más allá de una simple elección, designación, delegación o institución por la comunidad, pues confiere un don del Espíritu Santo que permite ejercer un “poder sagrado” que sólo puede venir de Cristo, a través de su Iglesia. La ordenación también es llamada consecratio porque es un “poner aparte” y un “investir” por Cristo mismo para su Iglesia. La” imposición de manos” del obispo, con la oración consecratoria, constituye el signo visible de esta consagración.
1539 El pueblo elegido fue constituido por Dios como “un reino de sacerdotes y una nación consagrada” (Ex 19,6; cf Is 61,6). Pero dentro del pueblo de Israel, Dios escogió una de las doce tribus, la de Leví, para el servicio litúrgico (cf. Nm 1,48-53); Dios mismo es la parte de su herencia (cf. Jos 13,33). Un rito propio consagró los orígenes del sacerdocio de la Antigua Alianza (cf Ex 29,1-30; Lv 8). En ella los sacerdotes fueron establecidos “para intervenir en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados” (Hb 5,1).
1540 Instituido para anunciar la palabra de Dios (cf Ml 2,7-9) y para restablecer la comunión con Dios mediante los sacrificios y la oración, este sacerdocio de la Antigua Alianza, sin embargo, era incapaz de realizar la salvación, por lo cual tenía necesidad de repetir sin cesar los sacrificios, y no podía alcanzar una santificación definitiva (cf. Hb 5,3; 7,27; 10,1-4), que sólo podría ser lograda por el sacrificio de Cristo.
1541 No obstante, la liturgia de la Iglesia ve en el sacerdocio de Aarón y en el servicio de los levitas, así como en la institución de los setenta “ancianos” (cf Nm 11,24-25), prefiguraciones del ministerio ordenado de la Nueva Alianza. Por ello, en el rito latino la Iglesia se dirige a Dios en la oración consecratoria de la ordenación de los obispos de la siguiente manera:
«Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo […], Tú que estableciste normas en tu Iglesia con tu palabra bienhechora. Desde el principio tú predestinaste un linaje justo de Abraham; nombraste príncipes y sacerdotes y no dejase sin ministro tus santuario» (Pontifical Romano: Ordenación de Obispos, presbíteros y diáconos. Ordenación de Obispo. Oración de la Ordenación, 47).
Citas de la Sagrada Escritura
«Él nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén» (Ap 1,6)
«y cantaban un canto nuevo, diciendo: «Tú eres digno de tomar el libro y de romper los sellos, porque has sido inmolado, y por medio de tu Sangre, has rescatado para Dios a hombres de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones. Tú has hecho de ellos un Reino sacerdotal para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra» (Ap 5,9-10)
«también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo. Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz» (1Pe 2,5.9)
Frases del Papa Francisco acerca del orden sacerdotal
El Orden, marcado en tres grados de episcopado, presbiterado y diaconado, es el Sacramento que permite el ejercicio del ministerio, confiado del Señor Jesús a los Apóstoles, para apacentar su rebaño en el poder de su Espíritu, de acuerdo a su corazón.
En virtud del Orden, el ministro dedica todo su ser a su comunidad y la ama con todo su corazón: es su familia. El obispo el sacerdote aman a la Iglesia en su comunidad, y la aman fuertemente, ¿cómo? Como Cristo ama a la Iglesia.
El obispo que no reza, el obispo que no siente y escucha la palabra de Dios, que no celebra todos los días, que no va a confesarse regularmente, y lo mismo el sacerdote que no hace estas cosas, a final pierden esta unión con Jesús y ellos se hacen mediocres y esto no hace bien a la Iglesia. Por esto debemos ayudar a los obispos, a los sacerdotes a rezar, a escuchar la Palabra de Dios que es el alimento cotidiano, a celebrar cada día la Eucaristía e ir a confesarse habitualmente. Y esto es tan importante para la santificación de los obispos y de los sacerdotes.
Frases de Benedicto XVI acerca del orden sacerdotal
En el centro del sacerdocio está la celebración diaria y fervorosa de la santa misa
La oración del sacerdote es una exigencia de su ministerio pastoral, porque para la comunidad es imprescindible el testimonio del sacerdote orante, que proclama la trascendencia y se sumerge en el misterio.
El sacerdote, mediante el sacramento, es insertado totalmente en Cristo para que, partiendo de él y actuando con vistas a él, realice en comunión con él el servicio del único Pastor, Jesús, en el que Dios como hombre quiere ser nuestro Pastor.
Frases de San Juan Pablo II acerca del orden sacerdotal
El pueblo cristiano tiene buenos motivos para, por un lado, dar gracias Dios por el don de la Eucaristía y el Sacerdocio y, por otro, rogar incesantemente para que no falten sacerdotes en la Iglesia. El número de presbíteros nunca es suficiente para afrontar las exigencias crecientes de la evangelización y del cuidado pastoral de los fieles.
Quedémonos en el Cenáculo contemplando al Redentor que, en la Última Cena, instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. En aquella noche santa Él ha llamado por su nombre, a los sacerdotes de todos los tiempos. Su mirada se ha dirigido a cada uno, una mirada afectuosa y premonitoria, como la que se detuvo sobre Simón y Andrés, Santiago y Juan, sobre Natanael cuando estaba bajo la higuera o sobre Mateo, sentado en el despacho de los impuestos.
Cristo, desde el Cenáculo, no se cansa de buscar y de llamar: éste es el origen y la fuente perenne de la auténtica pastoral de las vocaciones sacerdotales.
Preguntas para profundizar acerca del orden sacerdotal
¿Qué es el orden sacerdotal?
Es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos
¿Cuáles son los grados del orden sacerdotal?
El episcopado, el presbiterado y el diaconado
¿Cuándo fue instituido el Sacramento del orden sacerdotal?
En Ultima Cena, cuando instituyó el Sacramento de la Eucaristía.
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