Si estamos llenos de pecados, de imperfecciones y de heridas, ¿cómo vamos a lograr ser santos? Hoy el P. Sebastián nos da algunas claves:

Cuando decidimos seguir a Jesús se despertó en nosotros un anhelo muy grande de llegar al cielo y llegar donde otros amigos como lo son los santos, ya se nos han adelantado.

Quizás tenemos algún santo de nuestra predilección, que nos llama la atención probablemente por sus grandes virtudes, pero mucho más aún porque fue un ser humano como nosotros, de carne y hueso, con una vida cotidiana muy concreta, con virtudes, pero también con flaquezas. Pensemos en ese santo amigo… ¿Por qué llegó a ser santo? ¿Cómo es posible ser santo si no se es perfecto?

Notemos que algo fundamental que caracteriza a los santos es la confianza en Dios y la cooperación permanente para que el corazón se encuentre en gracia y pueda seguir avanzando, obrando el bien en el amor.

Dios es tan bueno, que se compadece de nuestra frágil condición humana. Él mismo lo dice al afirmar: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mc 2,17) y por eso, a través de sus sacerdotes, nos entrega la gracia del perdón y la paz, que nos limpia de nuestros pecados, sana nuestras heridas y nos permite ver con claridad los pasos que debemos recorrer para llegar a la meta.

Cristo continúa perdonando nuestros pecados y levantándonos cuando caemos, haciendo que la meta de la santidad sea realmente posible, justamente porque Él camina a nuestro lado. Para ello, entre muchos otros dones, nos regala el Sacramento de la Reconciliación, y es con su gracia que vuelve a unir aquello que se encuentra roto como efecto del pecado personal.

Por ello, al instituir este Sacramento de la Reconciliación, confirió a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados en Su nombre, indicándoles: «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». (Jn 20,22-23)

En el Catecismo

1422 “Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones” (LG 11).

1423 Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el pecado. Se denomina sacramento de la penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.

1424 Se le denomina sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una “confesión”, reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.

Se le denomina sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente “el perdón […] y la paz” (Ritual de la Penitencia, 46, 55).

Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: “Dejaos reconciliar con Dios” (2 Co 5,20). El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: “Ve primero a reconciliarte con tu hermano” (Mt 5,24).

Citas de la Sagrada Escritura

«Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». (Jn.20,22-23)

«Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». (Mt.1 6,19)

«Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaúm y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siguiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: “¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?” Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: “¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate, toma tu camilla y camina’? Para que ustedes sepan que el Hijo de hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: “Nunca hemos visto nada igual”». (Mc.2,1-12)

Frases del Papa Francisco acerca del Sacramento de la Reconciliación

«Ahora, todos lo sabemos, esta vida, nosotros la llevamos “en vasos de barro” (2 Cor 4,7), estamos todavía sometidos a la tentación, al sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la nueva vida. Por esto, el Señor Jesús, ha querido que la Iglesia continúe su obra de salvación también hacia sus propios miembros, en particular, con el Sacramento de la Reconciliación».

«El sacramento de la reconciliación es un sacramento de sanación. Cuando yo voy a confesarme, es para sanarme: sanarme el alma, sanarme el corazón por algo que hice no está bien».

«El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino es un regalo, es don del Espíritu Santo, que nos colma de la abundancia de la misericordia y la gracia que brota incesantemente del corazón abierto del Cristo crucificado y resucitado».

Frases de Benedicto XVI acerca del Sacramento de la Reconciliación

«El sacramento de la penitencia, que tanta importancia tiene para la vida del cristiano, hace actual la eficacia redentora del misterio pascual de Cristo. En el gesto de la absolución, pronunciada en nombre y por cuenta de la Iglesia, el confesor se convierte en el medio consciente de un maravilloso acontecimiento de gracia».

«La confesión se convierte, por tanto, en un renacimiento espiritual, que transforma al penitente en una nueva criatura. Este milagro de gracia sólo puede realizarlo Dios, y lo cumple a través de las palabras y de los gestos del sacerdote».

«¡Cuántas personas en dificultad buscan el apoyo y el consuelo de Cristo! ¡Cuántos penitentes encuentran en la confesión la paz y la alegría que perseguían desde hace tiempo! ¿Cómo no reconocer que también en nuestra época, marcada por tantos desafíos religiosos y sociales, hay que redescubrir y reproponer este sacramento?»

Frases de San Juan Pablo II acerca del Sacramento de la Reconciliación

«El sacramento de la Reconciliación transmite y hace visible de manera misteriosa estos valores fundamentales anunciados por la Palabra de Dios. Reintegra al hombre en el contexto salvífico de la alianza y los vuelve a abrir a la vida trinitaria, que es diálogo de gracia, circulación de amor, don y acogida del Espíritu Santo».

«Hay que decir con firmeza y convicción que el sacramento de la Penitencia es la vía ordinaria para alcanzar el perdón y la remisión de los pecados graves cometidos después del Bautismo».

«Misericordia es el perdón que Él nunca rechaza, como no rehusó a Pedro después de haber renegado de Él. También vale para nosotros la afirmación de que «habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión».

Preguntas para profundizar acerca del Sacramento de la Reconciliación

¿Qué es el Sacramento de la Reconciliación?

Es un don de Dios, por medio del cual, la Iglesia en la persona del Sacerdote, nos perdona de todos nuestros pecados y nos da la gracia para seguir avanzando en nuestra vida cristiana

¿Por qué necesitamos confesarnos?

Porque si bien, después del bautismo se nos borraron todos nuestros pecados, somos frágiles y por nuestra condición humana caemos una y otra vez. Dios lo sabe y por ello a instituir el Sacramento de la Reconciliación, no solo nos da el perdón, sino que vuelve a unir aquello que por el pecado quedó roto, dándonos la gracia levantarnos y restableciendo nuestra relación con Él y con la Iglesia.

¿Quién dio autoridad a los sacerdotes para confesar?

Jesús, al decirle a sus apóstoles: «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». (Jn 20,22-23)

 

© 2017 – P. Sebastián Correa Ehlers para el Centro de Estudios Católicos – CEC

Centro de Estudios Católicos

El Centro de Estudios Católicos CEC nace en 1969 en Lima (Perú), como una iniciativa de un grupo de jóvenes universitarios.

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