Hoy en Sacramentos.FE, seguimos con nuestra serie sobre la Eucaristía:

¿Por qué le llamamos comunión?

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Para el cristianismo, la comunión o Eucaristía es el sacramento que consiste en la transformación de un pedazo de pan (conocido como hostia) y del vino en el cuerpo y la sangre de Cristo para que estas sustancias sean recibidas por el creyente.

No hay que olvidar tampoco que además dentro del ámbito religioso, y concretamente del católico, está lo que se conoce como comunión de los santos. Esta es una expresión que se utiliza tanto para referirse a la propia eucaristía en sí como a la relación que existe entre las personas que están unidas a Cristo y que son las que permiten la formación de la familia de la iglesia.

A Jesucristo no le bastó hacerse hombre y morir por los hombres. Quiso quedarse para siempre entre nosotros en la Eucaristía, y hacerse pan para unirse a nosotros en la Sagrada Comunión.

¿Por qué le llamamos comunión? en profundidad

Le decimos Comunión –común unión- al acto de recibir a Jesús en la Eucaristía. Se ha utilizado este término porque cada vez que lo recibimos, realmente entramos en una unión tan íntima y profunda con Él que podemos decir que nos hacemos uno. Esta es la unión más grande que podemos tener con Dios en esta vida, y por eso decimos que es un anticipo del Cielo.

En la Eucaristía está “contenido realmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de Jesucristo, y, por lo tanto, Cristo entero”. Decimos que ésta es “real”, no porque las otras presencias de Dios no sean “reales”, sino porque si bien Dios está presente con su Espíritu en nuestra vida cotidiana y se hace presente en nuestras vidas de muchas maneras, en la Eucaristía está presente en su totalidad, su persona, su cuerpo y su espíritu, aunque su apariencia parezca un pedazo de pan y un poco de vino.

Los requisitos para recibir la comunión son 2:

Estar bautizado

Estar en estado de gracia, es decir con el alma limpia. Así como cuando invitamos a un amigo a nuestra casa, nos aseguramos de que esté limpia, cuanto más si invitamos a Cristo a habitar en nuestro interior.

Nuestra madre la Iglesia nos recomienda recibir la comunión cuando participamos de la Misa y nos exige hacerlo al menos una vez al año.

Y ante esto tan grande, nos podemos preguntar ¿Qué tenemos que hacer al recibir la comunión? En realidad, no hay una fórmula. Cada uno debe aprender a relacionarse de manera personal con el Señor. Puedes gozar en silencio de su presencia en ti, podrías hacer una oración, agradecerle, hablarle con toda confianza de lo que tengas en tu corazón, de lo que te brote contarle, pedirle por tus intenciones… Se trata de hacernos conscientes de que tenemos al mismo Dios dentro de nosotros y buscar aprovechar esos momentos de la mejor manera posible, y logrando entrar en una comunión profunda con Él.

En el Catecismo

1325 “La comunión de vida divina y la unidad del Pueblo de Dios, sobre los que la propia Iglesia subsiste, se significan adecuadamente y se realizan de manera admirable en la Eucaristía. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre”.

1331 Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf 1 Co 10,16-17); se les llama también a las cosas santas es el sentido primero de la “comunión de los santos” de que habla el Símbolo de los Apóstoles, pan de los ángeles, pan del cielo, medicina de inmortalidad, viático…

1342 Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la orden del Señor. De la Iglesia de Jerusalén se dice:

«Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, fieles a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones […] Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y con sencillez de corazón» (Hch 2,42.46).

Citas de la Sagrada Escritura

Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro. 1 Corintios 1:9

Por tanto, si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, haced completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. Filipenses 2:1-2

Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles; y aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque El intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios. Romanos 8: 26-27

Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7

Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre. 1 Corintios 11, 25

Frases del Papa Francisco acerca de por qué le llamamos comunión

Seguimiento, comunión, compartir. Oremos para que la participación a la Eucaristía nos provoque siempre: a seguir al Señor cada día, a ser instrumentos de comunión, a compartir con Él y con nuestro prójimo aquello que somos. Entonces nuestra existencia será verdaderamente fecunda.

La Iglesia, en su verdad más profunda, es comunión con Dios, familiaridad con Dios, una comunión de amor con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo, que se prolonga en una comunión fraterna. Esta relación entre Jesús y el Padre es la “matriz” de la unión entre nosotros los cristianos.

Si esto tiene su origen en la fuente del amor, que es Dios, entonces también se da el movimiento recíproco: de los hermanos a Dios; la experiencia de la comunión fraterna con Dios me lleva a la comunión con Dios.

En esta comunión –comunión quiere decir común-unión–, somos una gran familia, donde todos los componentes se ayudan y se apoyan mutuamente.

Frases de Benedicto XVI acerca de por qué le llamamos comunión

La comunión eucarística nos arranca de nuestro individualismo, nos comunica el espíritu de Cristo muerto y resucitado, nos conforma a él; nos une íntimamente a los hermanos en el misterio de comunión que es la Iglesia.

La finalidad de esta comunión, de este comer, es la asimilación de mi vida a la suya, mi transformación y configuración con Aquel que es amor vivo. Por eso, esta comunión implica la adoración, implica la voluntad de seguir a Cristo, de seguir a Aquel que va delante de nosotros. Por tanto, adoración y procesión forman parte de un único gesto de comunión; responden a su mandato: “Tomad y comed”.

Por lo demás, no es un camino arbitrario: el camino que Dios nos indica con su palabra va en la dirección inscrita en la esencia misma del hombre. La palabra de Dios y la razón van juntas. Seguir la palabra de Dios, estar con Cristo, significa para el hombre realizarse a sí mismo; perderlo equivale a perderse a sí mismo.

En la Eucaristía, Cristo está realmente presente entre nosotros. Su presencia no es estática. Es una presencia dinámica, que nos aferra para hacernos suyos, para asimilarnos a él. Cristo nos atrae a sí, nos hace salir de nosotros mismos para hacer de todos nosotros uno con él. De este modo, nos inserta también en la comunidad de los hermanos, y la comunión con el Señor siempre es también comunión con las hermanas y los hermanos. Y vemos la belleza de esta comunión que nos da la santa Eucaristía.

Frases de San Juan Pablo II acerca de por qué le llamamos comunión

Precisamente porque se realiza a la luz del amor, el perdón se convierte en verdadera señal de la vida nueva que se nos ofrece y de la que somos responsables. Porque se ha ofrecido a sí mismo por amor. Cristo tiene el “derecho” de no ser excluido de nuestra vida. Crecer en el amor, pues, para comprender plenamente qué significa el sentido del perdón y la vida de la comunidad que está hecha de comunión.

Y avivemos también la gratitud, vinculada al reconocimiento del hecho de que nada hay en nosotros que no nos haya dado el Padre de toda misericordia (cf. 2 Co 1, 3). La Eucaristía, el gran «misterio de la fe», sigue siendo ante todo y sobre todo un don, algo que hemos «recibido».

Al llegar a este punto, podemos ilustrar otra afirmación: la Eucaristía es un sacrificio de alabanza. Esencialmente orientado a la comunión plena entre Dios y el hombre, “el sacrificio eucarístico es la fuente y la cima de todo el culto de la Iglesia y de toda la vida cristiana. En este sacrificio de acción de gracias, de propiciación, de impetración y de alabanza los fieles participan con mayor plenitud cuando no sólo ofrecen al Padre con todo su corazón, en unión con el sacerdote, la sagrada víctima y, en ella, se ofrecen a sí mismos, sino que también reciben la misma víctima en el sacramento”.

A eso debe corresponder el compromiso de cada fiel de ofrecer su existencia, su “cuerpo” -como dice san Pablo- “como una víctima viva, santa, agradable a Dios” (Rm 12, 1), en una comunión plena con Cristo. De este modo una sola vida une a Dios y al hombre, a Cristo crucificado y resucitado por todos y al discípulo llamado a entregarse totalmente a él.

Preguntas para profundizar acerca de por qué le llamamos comunión

¿Cada vez que recibimos la comunión nos encontramos adheridos a Jesús?

Sí, realmente cada vez que recibimos la comunión (hostia) se produce una unión tan íntima y profunda con Él que podemos decir que nos hacemos uno. Esta es la unión más grande que podemos tener con Dios en esta vida, y por eso decimos que es un anticipo del Cielo.

¿Por qué decimos comunión al acto de recibir a Jesús en la Eucaristía?

Decimos comunión al acto de recibir a Jesús en la Eucaristía ya que realmente en la eucaristía se encuentra contenido el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de Jesucristo, y, por lo tanto, Cristo entero.

¿Cuántas veces al año nos recomienda la Iglesia recibir la comunión?

Nuestra madre la Iglesia nos recomienda recibir la comunión cuando participamos de la Misa y nos exige hacerlo al menos una vez al año.

¿Cómo debemos relacionarnos con Dios en nuestro día a día y es un ser ajeno a nuestra vida o cercano en nuestro peregrinar de la vida diaria?

Cada uno debe aprender a relacionarse de manera personal con el Señor. Puedes gozar en silencio de su presencia en ti, podrías hacer una oración, agradecerle, hablarle con toda confianza de lo que tengas en tu corazón, de lo que te brote contarle, pedirle por tus intenciones… Se trata de hacernos conscientes de que tenemos al mismo Dios dentro de nosotros y buscar aprovechar esos momentos de la mejor manera posible, y logrando entrar en una comunión profunda con Él.

¿Para qué recibimos a Jesucristo en la Sagrada Comunión?

Recibimos a Jesucristo en la Sagrada Comunión para que sea alimento de nuestras almas, nos aumente la gracia y nos dé la vida eterna.

¿Cuántas cosas son necesarias para recibir bien la Sagrada Comunión?

Para recibir bien la Sagrada Comunión son necesarias cuatro cosas: estar bautizado, estar en estado de gracia de Dios libre de pecados es decir con el alma limpia, guardar el ayuno eucarístico y saber que recibimos a Dios mismo en nuestra alma, vida.

¿Quién está en gracia de Dios?

Está en gracia de Dios el que está limpio de pecado mortal.

¿Cómo hemos de acercarnos a la Sagrada Comunión?

Hemos de acercarnos a la Sagrada Comunión con fe viva, fervor, humildad y modestia.

Departamento Editorial del CEC

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