Hoy Giuliana Caccia nos trae este importante tema en su vlog: algunos consejos para mamás primerizas.

 Y para acompañar el vlog, les compartimos este interesante texto:

De 0 a 3 años: ¿Es suficiente la estimulación temprana?

Cuando un nuevo bebé llega a casa, la mayoría de los padres concentramos nuestra atención en el cuidado físico del niño: la alimentación, el vestido, la higiene, entre otros. Luego, mientras van pasando las primeras semanas y nos acostumbramos un poco a la nueva rutina, aparece una nueva preocupación: ¿cómo hacemos para que nuestro hijo sea el más inteligente y desarrollado entre todos los bebés del mundo? Libros van, Internet viene, buscando información destacada sobre estimulación temprana, juguetes didácticos, talleres, cursos… Algunos, más dedicados, inclusive se matriculan junto al niño de pocos meses en natación, clases de motricidad, o invierten no poco dinero en videos para recién nacidos que prometen actualizar al Einstein que, como promocionan las grandes industrias, todos los seres humanos llevamos potencialmente dentro.

Sin afán de subestimar las propiedades de la estimulación temprana o de algunos juguetes, quisiera centrarme en un punto que, creo, debe preocuparnos mucho más a todos los padres en estos primeros tres años y que —¡gran alivio!— no cuesta nada: el afecto, es decir, que nuestros hijos se sientan amados. Los niños no necesitan únicamente desarrollar el sentido de la vista, del tacto u otras capacidades motrices. Ellos necesitan, por sobre todas las cosas, ser destinatarios del afecto sincero de sus padres, familiares o cuidadores. Un niño que carece de ello, crecerá con heridas afectivas que dificultarán su desarrollo emocional y la configuración armónica de su personalidad. ¿De qué le sirve a nuestro hijo ser el primero en gatear o en deletrear el abecedario si no se siente amado o crece con dificultades para amar?

[pullquote]Es por ello que los padres debemos cargar, besar y abrazar a nuestros hijos. Y para hacerlo no debemos esperar momentos extraordinarios ya que es en el cuidado cotidiano —al alimentarlos, al bañarlos o al cambiarlos, por ejemplo— cuando les transmitimos el afecto que necesitan para desarrollar ese vínculo de amor incondicional. Este vínculo es vital para que nuestro bebé obtenga la seguridad que le permitirá seguir desarrollándose en los aspectos intelectuales y físicos.[/pullquote]

Como menciono líneas arriba, muchas veces nuestra preocupación como padres se ve reducida a adquirir los mejores recursos didácticos para que los niños identifiquen los colores, las luces, las sombras, etc. Sin embargo, ¿sabían que está comprobado que la mejor manera para que un bebé empiece a identificar dichos elementos es a través del rostro de los padres cuando lo alimentan o arrullan? Es, pues, vital que comprendamos la importancia de estar con nuestros hijos en los primeros años de vida y ser nosotros quienes cubramos la mayor parte de sus necesidades básicas. El tiempo que les dediquemos es crucial para su desarrollo afectivo y, a largo plazo, para su personalidad integral.

Otro ejemplo muy común que podría ilustrar lo que trato de exponer en esta nota son los famosos enfrentamientos entre las posturas sobre la lactancia. ¿Por qué es importante dar de lactar? De hecho, un valor esencial es el nutricional. Pero no es el único ni quizá el más importante pues, si nos centramos solo en ello, podría ser reemplazado sin ningún problema por una buena fórmula. Sin embargo, si profundizamos un poco, tal vez lo más importante de la lactancia sea el acto de cargar y alimentar al bebé, lo que refuerza y desarrolla el vínculo afectivo entre la madre y el hijo. Pensemos en lo que significa el hecho de que por los primeros meses la madre sea la única fuente de alimentación y de vida para el niño, como lo fue por cuarenta semanas durante el período de gestación. Si bien el cuidado nutricional se puede suplir de varias formas, el apego que se genera con la madre no será reemplazado por nada. Si una madre, por cualquier motivo, no puede dar de lactar, debería delegar lo menos posible la alimentación del bebé en otra persona ya que es a través del contacto físico, el cargarlo y arrullarlo, como el niño recibe ese afecto que tanto necesita de la persona más importante en su vida.

[pullquote]Todas las personas, desde que nacemos, tenemos la capacidad de relacionarnos social y afectivamente. El desarrollo de esta capacidad en nuestro bebé dependerá en buena parte de que tenga con quien establecer su primera relación. Por eso, el corazón de nuestros hijos debe ser nuestra mayor preocupación ya que todo el amor que reciban en los primeros años, si bien no quedará grabado en una memoria visual, sí se impregnará en esta especie de “chip” que tenemos en nuestra intimidad, donde se sellan los amores y desamores para toda la vida. [/pullquote]

Esta relación de amor y apego en los primeros años ayudará a generar en el niño una confianza sólida con la que luego podrá explorar el mundo y transmitir el amor recibido a nivel personal, familiar y social. Es así como se logra, además, que generación tras generación se transmita ese amor tan importante y único que solo da la familia.

© 2016 – Giuliana Caccia Arana para el Centro de Estudios Católicos – CEC

Giuliana Caccia Arana

Giuliana está casada y tiene dos hijos. Comunicadora social (Universidad de Lima) y Master en Matrimonio y Familia (Universidad de Navarra, España), es creadora de La Mamá Oca y autora del libro “Educación en serio. Reflexiones para ser los padres que nuestros hijos necesitan” (Ed. Planeta/Sello Diana). También es Directora del área de Familia del CEC.

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