En junio del 2012, la fotografía de una joven mujer china que yacía junto al cadáver de su bebe de siete meses de gestación, abortado a la fuerza, escandalizó al mundo. Feng Jianmei y su esposo Deng Jiyuan no habían podido conseguir los 6.300 dólares que debían pagar como multa por traer un segundo hijo al mundo, y las autoridades de su ciudad la sacaron de su casa y le aplicaron la ley.

Esta política se impuso en el superpoblado país en 1980. Durante 35 años, unos 400 millones de abortos se han producido en China gracias a ella; es decir, han muerto unas 13 veces toda la población del Perú. La mayoría eran niñas, pues la tradición china favorece a los hijos varones. Actualmente, un problema serio de China es que hay muchos más hombres que mujeres; unos 24 millones de ‘solterones’ que no consiguen pareja.

A punto de inaugurar el siglo XIX, el británico Thomas Robert Malthus elaboró su teoría sobre la demografía, la cual caló profundamente en las corrientes económicas y políticas de ese siglo y el siguiente. En su “Ensayo sobre el principio de la población” (1798), Malthus afirma que la población está limitada necesariamente por los medios de subsistencia, así como que el crecimiento de la población debe ser frenado para no producir miseria.

[pullquote]Llegados al siglo XXI, los hechos han demostrado exactamente lo contrario. En China, donde esta teoría se ha practicado a rajatabla por casi cuatro décadas, el envejecimiento de la población por la falta de nacimientos ha evidenciado que es la subsistencia la que queda limitada si no hay suficiente población. Igualmente, los hechos demuestran hoy que es la miseria la que crece si se frena el crecimiento de la población.[/pullquote]

China es un ejemplo de los problemas que se avizoran por aplicar las leyes malthusianas, pero no es la única. Varios países europeos ya sufren las secuelas del decrecimiento de su población. Allí no ha habido políticas de un solo hijo, pero los estilos de vida más individualistas o el temor de traer hijos a un mundo que parece estar lleno de amenazas ha llevado a esta situación.

Hoy el Viejo Continente no ostenta este nombre solo por ser la parte del planeta donde comenzó el mundo occidental desarrollado, sino porque su población evidencia un envejecimiento progresivo, mientras decrece de manera preocupante la población juvenil, que es la que debe sostener los sistemas sociales y de pensiones.

En muchos países, fomentar la maternidad se ha convertido en un reto importante. Suecia, que posee una de las expectativas de vida más altas, así como las menores tasas de natalidad, tiene como objetivo principal la promoción de la maternidad y la paternidad. Por eso su sistema es el que mayor tiempo da al padre y la madre, de manera alternativa, para que se queden en casa con sus hijos recién nacidos: 480 días, unos 16 meses, durante los cuales reciben un subsidio del Estado.

Este extremo que solo es posible en países con altos ingresos sería impensable en el Perú, donde aunque el crecimiento de la población desciende de manera peligrosa, todavía está ligeramente por encima del límite de reemplazo generacional y no enfrenta el peligro de la pirámide invertida. En 1962, la tasa de fecundidad fue de 6,85 hijos por mujer, mientras que al 2012 fue de 2,4.

Si el hijo de Feng hubiera sido gestado en estos días, su suerte habría sido otra. La decisión china es una muy buena noticia.

© 2015 – Rossana Echeandía para el diario El Comercio (Perú). Publicado el 3 de noviembre de 2015

Rossana Echeandía

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