Nos queda claro que el perdón es una necesidad, es parte natural de cualquier relación.
Debo aspirar a que, en algún momento, deberé acceder al perdón como el único mecanismo para, finalmente, poder caminar junto a ti, para estar a tu lado. La pregunta es: “Bueno Ricarte, ¿cómo perdono?”.
Muchas maneras podemos encontrar, pero, ¿sabes? Hay una que está ahí accesible, que está justo en nuestras manos, que está en nuestra piel. ¿Sabes cuál es esta? Es la caricia.
Sí, la caricia, la oportunidad de decir mucho más que lo que cualquier palabra o cualquier reflexión podría hacer.
Aquella que con el contacto físico, con el encuentro de dos, más que las palabras.
Cuando me encuentro con la tibieza de tus manos, con el cutis de tu rostro, cuando me acerco a ti en un abrazo, digo mucho más que cualquier otra cosa podría decir en el perdón.
¿Quieres perdonarme? Abrazame. ¿Quieres perdonarla? Bésala.
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