Me dices, que este hombre que tanto te quiere, te persigue.
“Ricarte, ¿será eso amor? ¿El acoso es amor?”.
Claro, si tú me dices acoso, eso obviamente, no tiene que ver con el amor, pero, a veces, es muy sutil, hay una persecución constante y frecuente, a través del teléfono, a través de pequeños mensajes, de si contestaste o no whatsapp, si la dejaste o no en visto, etc,etc.
“De ahí una sensación de ahogo, como que me estuvieran aislando, al principio era bonito. No digo que no, me gustó que me preguntara, que siempre estuviera preocupado: ¿En dónde estoy? ¿A dónde voy? ¿Qué hago?. Pero luego, ya me comencé a sentir perseguido, ya comencé a sentir que era una prisión, que lejos de sentirme libre estaba temeroso de: no le he dicho, y ahora se va molestar, ¿y qué voy hacer?”
¿Te suenan esas frasecitas?
Si eso te está pasando, si en vez de sentir: “que lindo, sonó el teléfono” o “sonó el timbre de la casa” o “ya está por llegar y me emociono” es; “¡Uy! ¡Llegué! ¡Todavía no llegué! ¡No lo llamé! ¿Y qué hago ahora?”.
Ojo puedes estar cayendo en la prisión de una relación, puedes estar construyendo tú mismo esta prisión. Y ojo, tú la estás construyendo. ¡Escúchame ah! Tú puedes fácilmente decir: “No, lo que pasa es que él es un acosador, que no me deja ser libre”. Si pues, pero tu libertad es tuya y con ella tú debes hacer lo que corresponde.
Eso, ser libre, poder disponerse para amar y para ser amada. ¿Quieres disfrutar del amor en plenitud? Habla con él claramente: “Nuestra relación es para hacernos libres, no para control, no para que me persigas, no para que tu inseguridad sea la que comande nuestra relación”.
Una relación tiene que hacerte sentir plena, ansiosa o ansioso, ¿sabes de qué? De disfrutar del encuentro de dos, que han salido por ahí, a cosechar lo mejor del mundo, para regalárselo mutuamente, cada vez que se encuentran.
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