Quizás estás en esa etapa de la vida decidiendo a qué te vas a dedicar, qué quieres estudiar o tal vez estás estudiando y tienes muchos sueños.

Pero te has preguntado verdaderamente, ¿qué buscas? ¿Para qué quieres sacar una carrera, una profesión? ¿Qué quieres conseguir con ella?

¿Ganar mucho dinero o quizás lo suficiente para vivir tranquilo, para quizás mantener una familia? ¿Lograr éxito, reconocimiento? ¿Disfrutar trabajando en lo que te apasiona?

Todo muy válido pero quiero ir más allá ¿Te has preguntado no sólo lo que quieres conseguir para ti, sino también lo que puedas dar al mundo con ella?

¿Te has puesto a pensar que quizás esos gustos y dones que tienes están destinados para una misión? ¿Que hay Alguien que te creó así y que ha soñado para ti un camino para tu propia felicidad desarrollándose en aquello que te hace pleno?

Un camino hecho como un traje a tu medida con la delicadeza y detalle de un diseñador enamorado, pero que respeta profundamente tu libertad de querer o no seguirlo.

La verdad es que yo nunca me cuestioné estas cosas. Desde niña tuve una vocación muy grande por el periodismo. Mi vida estaba enfocada hacia un rumbo según mis gustos y experiencia. Llegar a ser quizás la Directora de una gran canal de televisión internacional. Y, ¿por qué no?

Simplemente seguía adelante tratando de tomar las posibilidades que se me presentaban en mi propio camino hasta que un día, todo cambió.

Cada vez que recuerdo mi respuesta a la llamada de Dios, vuelvo a revivir de alguna manera ese ardor inicial de sentirse amado profundamente y de haber iniciado ese camino único para el cual fui creada y pensada mucho antes de nacer.

Fue ese día en que de una manera totalmente improbable e insospechada, me vi impulsada a explorar nuevos caminos en mi profesión que me llevaron a dejar lo que el mundo tenía para ofrecerme como una gran promesa, por otra que más bien parecía un absurdo, un sinsentido, una locura por amor.

Dedicarme a tiempo completo como periodista para contar una noticia siempre nueva, una que no pierde contingencia, que nunca se agota ni deja de ser titular. La Buena Noticia.

¿Dudé de subirme a este barco? Sí dudé. Dejar de lado mis propias aspiraciones y metas por un nuevo rumbo desconocido pero con un horizonte que me atraía a la aventura y daba paz a mi alma en medio de las peores olas humanas.

Nunca en mi vida había sentido antes una certeza más grande por algo que al mismo tiempo no podía explicar ni comprobar y tampoco nunca antes había descubierto la oración y los sacramentos como esa línea directa para conectar con esta llamada.

Luego ese camino me llevó a la vocación al matrimonio, a ser esposa, a ser madre, a ser amiga, pero también a ser signo de contradicción y misionera de las comunicaciones en territorios tan desconocidos como Internet.

Las llamada continúa y también quiero que continúe mi respuesta siempre nueva, siempre renovada. Un camino que no es fácil, con pasajes oscuros inherentes a la propia humanidad frágil pero que, estoy segura, vale la pena recorrer.

Sin duda una locura para muchos y para uno mismo, que convierte la vida en una permanente búsqueda de un amor ya encontrado. Una aparente contradicción tan bien plasmada por el gran San Agustín: «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti».

Estoy segura que Dios está completamente loco y lo amo así. Loco por nosotros porque nos busca sin cansarnos, incluso cuando somos causa aparentemente perdida y no tendría sentido que lo haga. Nos quiere desde antes de nacer, más que nadie en el mundo.

No todas las llamadas serán para dedicarse completamente a su misión, pero sí a ser testigos de su amor en medio de la realidad que nos toque vivir. Dios no se olvida de ninguno de sus hijos y para todos tiene una misión que los llevará a la plena felicidad.

Es ser testigo del amor en medio del mundo, desde donde nos toque estar, es proyectar todo lo que eres y lo que puedes dar en clave de donación, en definitiva en clave misionera sabiendo que no estamos en este mundo solamente para sobrevivir, sino para vivir la vida en abundancia.

La pregunta es si nosotros estamos dispuestos a poner el oído atento y a responder a su llamada.

© 2017 – Carolina Requena para el Centro de Estudios Católicos – CEC

Carolina Requena Durán

Carolina es periodista y se ha especializado sirviendo en diversas instituciones de Iglesia como la Conferencia Episcopal de Chile, Radio María y ACI Prensa.

Además fue corresponsal para Latinoamérica del canal EWTN donde estuvo a cargo de las coberturas en vivo de visitas papales.

Actualmente es Directora Editorial y de Contenidos del CEC (Centro de Estudios Católicos) y además es Directora y guionista de la serie de documentales www.tesorosdelpueblo.com

View all posts

Add comment

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *