¿Casarme con una bestia?

Reflexiones sobre el matrimonio a partir de la película “La Bella y la Bestia”
Bernardo Sauter
Hace unos días, escuché de un amigo que había estado escuchando las canciones de la película de Disney “La Bella y la Bestia” (1991). Tuve un flashback y fue como regresar al pasado y revivir aquellos días en que de niño bailaba con la música y su hermosa melodía, recordaba el miedo que tenía cuando la Bestia aparecía y más aún cuando mi mamá me ponía la película en el VHS y tenía que esperar para que se retrocediera la cinta hasta el inicio.
Investigando un poco, me di cuenta de que ésta fue la primera película animada de la historia en ser nominada al Oscar como la mejor película del año. Para los que no la han visto, trata de un joven príncipe que es hechizado por una misteriosa bruja convirtiéndolo en una bestia por no encontrar amor en su corazón y ser más bien un egoísta. Para regresar a su estado original debe aprender a amar y dejarse amar por una mujer antes que el hechizo se vuelva permanente. Una joven doncella llamada Belle, buscando a su abuelo perdido y enfermo, entra al castillo de la Bestia y éste la toma prisionera a cambio de la libertad del abuelo. Así, Belle y la Bestia se conocen y a partir de aquí se desarrolla la trama de la película.
Podría parecer una historia romántica como cualquier otra, pero creo que contiene muchos elementos que se pueden rescatar, como por ejemplo la amistad entre los personajes y la autenticidad y nobleza de Belle. Pero yo quisiera mencionar un elemento que me parece muy importante y que podría pasar desapercibido: el valor del matrimonio.
¿Cómo es que Belle se enamora de una Bestia? Al inicio parece imposible que pudiera suceder “algo” entre Belle y la Bestia. Por un lado, Belle está resentida y enojada porque está prisionera en el castillo y, por otro lado, la Bestia es, literalmente, una “bestia” para relacionarse con los demás porque es irascible, torpe e impaciente. A esto se suma que tiene el complejo de ser un monstruo, que es feo y que es egoísta.
Todo comienza a mejorar con el diálogo. Este es el primer elemento fundamental en una relación: la comunicación. El intercambio de palabras hace que Belle y la Bestia se conozcan y entren en relación. Dos condiciones para que un diálogo sea fructífero es que tiene que ser sincero/transparente y abierto entre ambas partes.
Un segundo elemento es el interés por la otra persona. Una vez que Belle y la Bestia han intercambiado algunas palabras y se han calmado los ánimos, comienzan los gestos del uno para el otro. Belle le cura las heridas provocadas por los lobos y la Bestia comienza a ver la manera de sorprender a Belle con algo como un gesto de gratitud. Es así que la lleva a su biblioteca porque sabe que a Belle le encanta leer.
Tercer elemento: la complementariedad. Claramente se pueden ver las diferencias que hay entre Belle y la Bestia, pero esto no quiere decir que la relación vaya a ser mala o que no puede fructificar sino todo lo contrario: se enriquece. En las distintas maneras o perspectivas de ver la vida nos podemos aprovechar del otro para mejorar, aprender y escuchar. La Bestia aprende de Belle de su sencillez y grandeza de corazón. Belle aprende de la Bestia a no poner su valor en la belleza sino en quien es ella.
Cuarto elemento y el más importante de todos: el conocimiento y la aceptación de la otra persona. Belle va descubriendo que detrás del monstruo que aparentemente ve hay una persona que es amable y agradable. Comienza a valorar lo positivo de la otra persona. Incluso en un momento Belle se dice a sí misma que éste no es ningún “príncipe encantador” pero que hay algo en él que ella no vio y que ahora está descubriendo. Más allá del aspecto físico (¡es un monstruo!), Belle logra ver el corazón de la Bestia y esto cambia todo. Cambia todo porque la relación pasa de ser superficial a ser profunda y real. No es un amor que se deja llevar por las apariencias o por motivaciones vanas o inconsistentes, sino que traspasa toda barrera para ir a lo esencial. Con todo esto es aceptado el otro por quién es y así, lo más probable es que el compromiso sea real y duradero.
Veo que es muy necesario (y sano) que cada novio/a se haga algunas preguntas antes de comprometerse formalmente y por eso propongo algunas preguntas que podrían ayudar para hacer un buen discernimiento a la hora de casarse con una persona: ¿Me quiero casar con esta persona solamente por su aspecto físico? ¿Por qué es guapa o guapo? ¿Me quiero casar con esta persona porque me entiende, me trata bien y porque nunca peleamos? ¿Me quiero casar con esta persona porque “no tiene defectos”, es sociable y tiene plata? ¿Me quiero casar con esta persona porque mi familia lo acepta? Y la pregunta más importante: ¿Me quiero casar con esta persona porque realmente la amo?
En pocas semanas, se va a estrenar esta misma película, pero personificada. Aquí les dejo el tráiler (espero que esta película sea fiel a la anterior):

https://www.youtube.com/watch?v=_ioJj9oNDDU

¡Que la frase “vivieron felices para siempre” se haga realidad en el matrimonio!

© 2017 – Bernardo Sauter para el Centro de Estudios Católicos – CEC

Bernardo Sauter

Bernardo nació en San José de Costa Rica, tiene 23 años y pertenece al Sodalicio de Vida Cristiana. Actualmente vive en Perú.

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