En los últimos meses se ha levantado una fuerte polémica en el vóleibol de Brasil por la inclusión de un atleta transexual en un equipo de la liga femenina profesional del país. El equipo de Baurú cuenta ahora con la jugadora Tiffany, que hasta hace poco se llamaba Rodrigo y jugaba por un equipo profesional masculino.

Tiffany tiene 32 años y es transexual hace poco tiempo. Su cuerpo se ha desarrollado como cuerpo de hombre hasta los 30 años. Su desarrollo muscular, aeróbico y óseo es, por lo tanto, masculino. En pocos meses jugando en la liga femenina se ha convertido en la recordista de puntos, sobrepasando a Tandara, jugadora de la selección de Brasil y una de las mejores atacantes del vóley mundial. Cabe resaltar que la red masculina se ubica a 2,43 m. del suelo mientras que la femenina a 2,24 m.

La inclusión de la atleta transexual ha sido posible porque la Federación Brasileña ha acogido una recomendación del Comité Olímpico Internacional, que indica que puede ser aceptada como atleta femenina una persona que tenga niveles de testosterona por debajo de un parámetro trazado por ellos. En la actualidad, muchos fisiólogos cuestionan dicha recomendación porque el nivel de testosterona de una persona en el presente no anula los efectos que tal hormona ha producido en su organismo a lo largo de toda su vida.

Parece muy evidente que alguien que ha sido varón por 30 años y que compitió como profesional masculino por mucho tiempo tiene ventajas sobre las jugadoras mujeres. Si es así, ¿porque la polémica? La respuesta es sencilla: la ideología de género.

La realidad muestra a todas luces que la inclusión de una transexual con las características de Tiffany hace que la competencia deportiva femenina no sea justa. En teoría, no sería necesario ni discutir el asunto, pues bastaría mirar las evidencias. Pero ese es justamente lo que hace una ideología: distorsionar la realidad, negar incluso lo evidente, a fin de imponer sus verdades ideológicas.

Para lograr los objetivos de una ideología, sus adeptos organizan patrullas de pensamiento encargadas de atacar a los que piensaN distinto. No aceptan argumentos ni debates, sino que se dedican a acusar fuertemente a sus opositores de ser lo que en verdad ellos son: intolerantes y extremistas.

Tiffany merece todo nuestro respeto. No cabe a nadie juzgar sus decisiones particulares. El asunto que está sobre la mesa es deportivo, no moral.

Además, impresiona cómo se deja de considerar en esta situación la injusticia que están sufriendo las atletas mujeres, que por razones fisiológicas no pueden estar a la altura de la fortaleza física de un transexual. Si se difundiera tal práctica en los demás deportes, sería nefasto para las modalidades deportivas femeninas. Sería además una gran falta de respeto con todas las mujeres, atletas o no.

Ana Paula, ex jugadora de vóley de playa que ha representado a Brasil en dos Olimpiadas y en varios Mundiales, ha tenido un gran coraje para evidenciar lo absurdo de esta situación en una carta abierta a las autoridades deportivas y a toda la sociedad. Ella sale en defensa de tantas jugadoras que no pueden decir lo que piensan por miedo a la patrulla ideológica que las acosan.

Defendamos el deporte femenino. No se trata de excluir a nadie. ¿Quién sabe en el futuro pueda haber modalidades deportivas exclusivas para transexuales? Pero de lo que se trata ahora es de apoyar a las atletas mujeres y poner de relieve el gran aporte que ellas brindan al mundo del deporte.   

Alexandre Borges de Magalhães

Alexandre nació en 1972 en Brasil. Es Bachiller en Teología y Licenciado en Pedagogía por la Pontificia Universidad Católica de Chile. En la actualidad es el Coordinador General del Movimiento de Vida Cristiana MVC. Reside en Lima (Perú).

View all posts

Add comment

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *